NOS ESCRIBEN
EL HOMBRE
DE CHASMIPOES
La tarde
acariciaba su aliento. Su voz media partida por las continuas y sentidas
palabras, parecían tenues y gastadas por el viento; que cortaba su garganta de
tanto subir y bajar por las escaleras de los buses.
,Alto! Soy
vendedor de emociones, vendo cultura; y también un poco de mí en mis obras.
¿Amigo, me permites; hacer mi trabajo? -el tosco hombre de manos, sucias y
bolsillos raídos, al final de su descolorido blue jeans, le jala del talle
posterior de su casaca, y le dice con voz ronca:
-; Ya, sube, sube no más! Qué vamos a
hacer, Otro vendedor más, y
-Y a ver si esta mañana me va mejor que ayer -murmura con una sonrisa de
costado, y el argumento de siempre.
La gente te
mira con ojos de asombro, algunos. con desprecio; el interés va por alguno que
otro intelectual, pero ;No!, ellos son
prácticos, tienes que impactar, hablar con acento extranjero o quizás es, mas simple vender mani; caramelos, o hasta
semilla para pájaros. Pero Literatura,
creatividad lírica, y mira esto, ¿Para qué? Y aqui va: Querubín", ''El flemón „La hija del Misti", "La navidad", "Sal si
puedes" y cuántos más.
Pepe enciende cada vez mas su voz; rescata el aliento perdido al
recordar su obligación de padre de familia y sin mediar estribo ni pausa, lanza
el precio al éter:
- "Señores
estamos hablando de 20 30 y 50 céntimos, usted una vez mas tendra la
oportunidad de leer su cuento favorito".
Luego de un breve espacio de silencio, alguien inclina su cintura y
entormilla la mano de su estrecho bolsillo:
hija del joven, por favor denle Ta h dei iJlisti'. .
Pepe dirige
su mirada atónita al anciano. aquel, que vestía un traje andrajoso y
percudido, a buena atribución anticipada el pobre viejo, daba la. impresión de
ser mas un libador de huactería, que un incipiente lectófilo. Sus gruesos y
gordos dedos dejaron caer 20 céntimos sobre la mano de Pepe, quien con una
tranca sonrisa respondió al anciano: ;Gracias Señor, es usted muy amable!. El
anciano sin mediar respuesta y con el rostro
enjuto, se voleo directamente a la lectura del opúsculo. El zaguán del corredor
del bus, era inmenso, las miradas de
las personas ataviadas lucían circunspectas -indiferentes. Pepe insistia:
-'Señor,
Señorita, llévese un cuento, ¿Sabe? Yo los escribo y cuestan; sólo 50
céntimos".
El bus se
acortaba- y más nadie acudió a él. Los pasajeros atendían el ruido, el color de
las ventanas, e ignoraban su presencia; él al final del bus, levantó su
sombrero amablemente esbozando un humilde "Gracias, han sido muy
amables". Los Fundamentos Análiticos de Marx, Engels; las
leyes primarias de la Sociología y los principios elementales vertidos por
Flegel, sobre la lilosotia universal, daban vueltas en su cabeza, giraban
haciendo círculos de preguntas y respuestas, hasta volver en si y contrarse con
su bolso a la cintura, sus muchos folletos y aun muchos buses que abordar.
La jornada
es extensa, y la suma de céntimos tiene que
completar la faena. Sus hijos y su mujer lo
esperan, también su perro. ¿Quién diría? El también le
inspira y le da fortaleza con sus ladridos y meneos de
rabo. La crisis social, la falta de trabajo y cuanto
flagelo universal amenaza su frente, no lo amilana. Pepe no se cae, él lucha y
sabe que puede el utilizar su talento para
crear, para multiplicar historias benignas donde no has hay él lucha contra la
televisión, la publicidad, intimidatorio, contra la superficialidad mundana., y
se sumerge un mundo profundo de sentimiento y originalidad. A veces interrumpe
su trabajo, se baja corriendo de los micros y se dirige a su humilde hogar,
tomarp prolongado y su pluma guiada por su
sensible corazón, empieza a
~wiiar un respiro
hilvanar
aquellas ilusiones y desilusiones que rondan su mente.
Un día lunes
de mayo. Pepe se levanta muy temprano, salió decidido a hacer su trabajo
cotidiano, abordó una combi, esbozó un gesto, e intentó fundamentar sus
rutinarios argumentos, sin embargo su voz yacía inerte, apagada, su garganta
fondeaba sus palabras, tosía, se tomaba el cuello, pero nada. Pepe regresó
raudo a su domicilio, cogió un maletín y volvió a la calle. Esta vez trotaba
incansable, la movilidad de sus pies y el ritmo de su corazón acompasaban su
impetuosa respiración. Al instante renacieron las imágenes de las quenas y de los ponchos de noches heladas y combativas de
esfuerzos incansables y amaneceres sin tregua. Allí va el chasqui N° 33 le
gritaba su voz interior, mientras su
maletín fungía de chuspa transportando esperanzas. La agitación llegaba
a su punto de eclosión, hasta que un rudimentario cartel mecido por el operante viento
de la tarde.. señal de re erencia.
"Aqui se arreglan zapatos y colchones", era la clínica de zapatos y
tapicería de Don Tomás aquella que quedaba justo frente al parque de la Madre Micaela.
- "Me
propuse un reto, hoy correré desde el
Puente Santa Rosa, llegaré a ~ioliebaya,
y retornaré al :puente, y me demostraré, a mi mismo que nada me detendrá".
Otro día
Pepe estira sus manos, hasta alongar lo más extremo de sus articulaciones se
acomoda el pantalón y de forma presta coge su acrisolado espejo con la mano
derecha, sus ojos se agrandan, al tiempo que sus cejas se elevan al ritmo de
sus díscolas pupilas, que coquetean con sus
pestañas, sus pómulos a su vez forman una ``ene" cuan cimbreantes montañas, sus labios se estiran y forman
una "0" per ;cta, paulatinamente
su rostro mestizo y asoleado, va tornándose blanquecino, color capa de nieve. En unos minutos Pepe enfrenta su rostro
al espejo, y ve como la pintura ha
dibujado el tono correcto de su expresión, más él, sin vos se ubica en el
centro de la plaza.
Su mano va dirigida al pie de la frente como si buscara algo, como si se
hubiese perdido algo de valor y le urgiere encontr ario.
El público
lo sigue con la mirada acuciosa.. Pepe empieza a caminar con lentitud y ritmo,
sus pies parecen flotar, sus manos avanzan ondulantes al compás de sus pies
satelitales, en verdad Pepe no ha avanzado mas de un metro, pero sus pies
indican más de un kilómetro.
ira cansado
y desfallecido,
toma asiento, aunque su sillón es inexistente. El yace
reposando, y los curiosos se admiran, alguno que otro contenta ¿Cómo es
posible que, este hombre pueda descansar tan cómodamente en un sillón
invisible?
¡Eso no es-
nada!. Responde en medio de la multitud que se ha ido aglutinando poco a poco.
Un hombre pequeño de vestir decoroso, "Pepe de subir, de ;alar, de volar y
cuantas cosas se le ocurran. El no tiene limites, y de seguro es el mejor entre
los que conozco.
Luego de
unos 45 minutos de exhibición de travesuras y malabares, Pepe alcanza su gorrita, y ve con. satisfacción que la gente le
corresponde, él gesticula su agradecimiento. Sabe que su voz se ha
partido y sus escuerzos por articular palabras son inútiles, Pepe vuelve sobre su maletín empaca sus artículos
elementales; y frente a su espejo se
encuentra poco a poco con la ayuda de un trapito humecto, con su rostro original. Retorna con la misma decisión de
su llegada al parque de la Madre Micaela,
a su hogar. Sus hijos y su esposa observan su rostro, el más pequeño dice a su madre:
-¡Mi papi
tiene esa de felicidad - Pepe con un
movimiento sutil entrega una golosina al niño, y Catalina lo recibe con un tierno beso, pero sin embargo. Pepe
continua callado. - Pepe ¿Qué te,
pasa, porque no hablas?. Pepe engullendo más, sus palabras; gesticula y escribe una nota. Catalina queda absorta: ¡Pepe
significa... que. ¿No puedes hablar?. El mueve la cabeza hacia los
costados en signo de un NQ Rotundo.
- Entonces... eso quiere decir que hoy día no vamos
a co... -Pepe la mira con ternura y saca de su bolsillo muchas monedas, catalina se
asombra nuevamente. Pero.,. ¿Cómo
has hecho para vender tus cuentos?. El sonríe, y elaborando 36 gestos ayudado
por sus manos y pies, le explica.
Catalina, al
igual que Pepe, contribuye con el hogar. realizando actividades l la aborales y
económicas.
Catalina vuelve a sonreír y manifiesta:
-"Mi
querido esposo ¡Eres increíble!.
Pepe siente el calor de las palabras de su esposa, a la vez experimenta
una cálida e intensa tibieza a la altura de la pierna derecha. Era tanta la
perplejidad de la escena, que reaccionó tardíamente. Su pantalón lucia mojado.
sacudió la pierna, mientras que su mujer lanzaba un estrepitoso grito: ¡Chato.
¡Perro fuera, de aqui!.
"Chato" el perro amisto, tenía obviamente formas poco comunes
de sumarse a los acontecimientos mas sentidos de la familia, y esta vez no
podia serla excepción, puso su firma y sello en el centro de la pequeña sala.
El viejo árbol de la esquina, haciendo un arco diagonal con la tenue luz
del poste, abren el paso a la esfera redonda y plena cual queso gigantesco. L a
Luna ocupa su espacio patrón, ella es dueña del cielo y de la noche. Pepe la
observa a través de su ventana. Son casi las
doce de la noche, su mano dirige el lapicero guiándolo hacia la línea 37 de su octogésimo tercer relato. Las noches y los
días pueden detenerse, puede hacer volar
a un perro, o sembrar cebollas sobre cemento, sin embargo cosecha zanahoria, puede hace que los hombres tengan poderes infinitos.
Que los insectos jueguen y piensen
que las pulgas bailen. "Zorba El Griego", puede detener el giro del
mundo y hacerlo retroceder 700,000 veces . Para el nada es imposible. Pepe
suspira y crea. Ei sabe que la
Universidad le dio el fundamento, la naturaleza lo convirtió en poeta, la sociedad lo forjó escritor, y su alta calidad de
expresión corporal elaboró en él, un mimo perfecto, su energía y fuerza
de voluntad hicieron de él un denodado ciclista y un mejor corredor de distancia.
Pepe de
cansancio se relaja, sueña que su lapicero, camina y se traslada en un bus, e identifica a un amigo. Aquél se inspira en su
diálogo, mientras que sus manos elevan una
hoja de periódico que cifra en titulares. "Hoy escribieron del
escritor". `~ más abajo una
leyenda que suscribe. "José Alvear tu ejemplo me inspira, sigue adelante".